miércoles, 26 de junio de 2013

Instrucciones para hacerle frente a la cama.

Era una de esas noches. Una de esas ya contínuas noches. Eran las tres de la mañana y yo todavía no había tenido el valor suficiente de meterme en la cama. Si lo hacía, sabía lo que pasaría... Como ya era de costumbre, un dolor enorme se apoderaría de mí al introducirme en ella y me ahogaría en mil sollozos. Todos hemos tenido de esas noches. Noches en las que sustituimos el sueño por las lágrimas. Noches en las que nosotros somos el centro del mundo y no paramos de acribillarnos a preguntas sin respuestas.
Bien, pues esa, era una de esas noches. Y el miedo seguía apoderándose de mí. No quería meterme dentro. No quería irme a dormir. No quería una muerte lenta a base de preguntas.  No podía más. Así pues, decidí plantarme cara a mí misma y darme una buena dosis de valor. Y resumí todo mi dolor en una sola pregunta:

     "- ¿Qué somos? - Cuestión de tiempo."

Y sí... sólo necesité aquello para abandonar mi miedo y hacerle frente a la cama.

viernes, 21 de junio de 2013

1

Yann Tiersen alumbra mi noche. Sus compases marcan el ritmo del baile que tienen las estrellas que no se dejan ver sobre mí. Hoy todo está oscuro. Todo menos la Luna. Resplandeciente, más que nunca, alumbra la noche como si se fuese a acabar el mundo en este preciso instante. Su gran luz, su gran reflejo, ocultan tras ellos las millones de estrellas que acompañan al cielo en su soledad.
Un pestañeo lento marca este instante. Instante rojo. ¿Instante de renacimiento?
La inspiración me distrae. No me deja claro qué quiero plasmar. Ni si quiera sé quién soy. Sólo sigo los dedos del gran Tiersen acariciando las teclas de su piano. Sigo cada nota como si en ellas explotasen trozos de este mundo. Renacer, revivir, reinventarse. La ley de las tres erres. Tecla tras tecla, erre tras erre.
La Luna me mira fijamente y no sé que decirle. La intensidad augmenta. El mundo sigue explotando bajo las manos de Yann Tiersen. Desaparecemos. Nos desvanecemos. Y la Luna sigue allí, mirándome fijamente. ¿Qué quiere?
Me mira.
Le miro.
Me habla.
Se duerme.
Se apaga.
Se encienden las estrellas.
Pestañeo.
Exploto.

Y entonces, siento como si mis dedos fuesen los de Tiersen, y en cada nota veo como esos trozos de este mundo que han ido explotando, vuelven a reconstruirse rápidamente. Y bajo el cielo lleno de estrellas que le acompañan en su soledad... estoy yo, me encuentro aquí, espectadora de esta gran actuación... de esta gran ilusión.